jueves, 16 de julio de 2015

“Cuídese mucho”: cuando el berrinche se vuelve arte


La artista performática francesa Sophie Calle intenta arrastrar al espectador a su duelo por una ruptura en esta muestra que inaugura la programación del Centro Cultural Kirchner.


A todos nos debe haber ocurrido: una ruptura amorosa, precedida de cartas, mensajes de texto, correos electrónicos o meras conversaciones de cuyas palabras quedamos prendados, intentando escudriñar los significados detrás de los signos, buscando elementos que den sentido a la separación o, al menos, nos ayuden a atravesar las muchas etapas del duelo. En Cuídese mucho, una exhibición que ha recorrido varios países desde la Bienal de Venecia de 2007, la artista francesa Sophie Calle acomete este ejercicio con la ayuda de 107 mujeres de distintas procedencias y disciplinas, y por primera vez para esta instalación específica, también seis hombres. La muestra abrió parte de la programación artística en el flamante Centro Cultural Kirchner, donde puede ser vista hasta el 23 de agosto.

“Recibí un mail diciéndome que todo había terminado. No supe qué responder. Era como si no hubiera estado dirigido a mí. Terminaba con la frase ‘Cuídese mucho’. Y así lo hice. Le pedí a 107 mujeres, elegidas por su profesión o habilidades que interpretaran esta carta”, explica un texto de la artista ubicado en la entrada de la exhibición. Los guías de sala del Centro Cultural extienden fotocopias del contenido completo de este correo electrónico. A través de videos, fotografías y textos, el espectador es guiado a través de las palabras de este mensaje, reinterpretadas hasta el cansancio, analizadas, descompuestas, agotadas, repetidas una y otra vez por actrices, cantantes, bailarinas, e incluso la madre de Calle.

Una suerte de solidaridad de género mueve este despliegue de frustración, dolor, rabia, tristeza y emociones confusas que, a ratos, se sienten forzadas, falsas, o exageradas. El señor X, seudónimo que refiere al autor del mensaje en el ojo del huracán, es juzgado de manera inmisericorde, tal vez aprovechando que su versión no puede ser contada más que por las infames palabras de un texto que originalmente estaba destinado a ser privado. La muestra resulta interesante por su aproximación multicultural y multidisciplinaria, más a cuenta de una curiosidad superficial que de una conexión profunda con el espectador, porque tal explosión emotiva acaba por generar más ruido que emoción.

También es interesante la multitud de soportes utilizados para recorrer todas estas interpretaciones: fotos, videos, placas, proyecciones, y textos de todos los tamaños posibles. Estos últimos llevan el mayor peso de la exposición, tal vez para resaltar la importancia del mensaje escrito que lo originó todo. Es una muestra de arte hecha para ser leída. Y es precisamente éste el detalle que resulta menos simpático y más paradójico: los textos están todos en inglés. Los guías de sala muy amablemente ofrecen a quien lo requiera un atado de papeles bastante incómodo de manejar (y, francamente, de apariencia bastante descuidada) con las traducciones de los textos, pero esta cortesía no hace más que subrayar lo absurdo de la situación: la muestra inaugural de un centro cultural abiertamente identificado con un proyecto político que, entre otras cosas, pregona resaltar valores nacionales y populares, claramente apunta a un público internacional y/o de élite. Incluso intentando dejar de lado cualquier connotación política, la barrera del idioma hace aún más difícil que cristalice esa conexión emocional que la artista tan desesperadamente parece querer suscitar.

Al finalizar el recorrido, es inevitable sentir una profunda desazón, y no por las razones que tal vez Sophie Calle hubiese querido. No se trata de empatía con la artista, sino de la certeza de haber sido testigo de un gran fracaso en todos los sentidos posibles: fracasó la lógica en la programación inaugural de un centro cultural ya bastante polémico; fracasó la artista en su intención de arrastrar al espectador en su espiral emocional; y fracasó esa suerte de feminismo mal abordado, pues a fin de cuentas todo parece un berrinche histérico que acaba por darle la razón al señor X.

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