lunes, 19 de noviembre de 2018

Pose: La cultura del ball, de la periferia al mainstream


Pose. Estados Unidos, 2018 (1ª temporada). Dirección: Ryan Murphy. Guión: Ryan Murphy, Steven Canals, Brad Falchuk. Fotografía: Nelson Cragg. Música: Mac Quayle. Con Evan Peters, Mj Rodriguez, Dominique Jackson, Billy Porter e Indya Moore.

En su nueva serie Pose, el creador y productor de éxitos televisivos como Nip/Tuck, Glee, American Horror Stroy y American Crime Story, Ryan Murphy, visita la cultura del ball neoyorkino de los años ochenta. No es una cultura fácil de explicar para los menos avezados: el ball es una escena festiva que en aquellos años reunía a personas transgénero, travestis y gays, generalmente afrodescendientes y latinos, en torno a desfiles en los que vivían la fantasía de ser parte de un sistema que los relegaba a la periferia. La consigna era emular el estilo de vida que las revistas y la televisión vendían como lo socialmente deseable, a saber, ser blanco, rico, famoso, y así calzar en los estereotipos sociales de éxito y sentir orgullo en la expresión de sus sexualidades. De ese modo, se agrupaban en torno a subgrupos de pertenencia, o “casas”, lideradas por figuras “maternales” que les guiaban y velaban por su éxito, tanto personal como en el circuito de balls.
Pose explora la abigarrada gama de temas que subyacen tras esa cultura a través de distintas tramas que se entrecruzan. Blanca (Mj Rodriguez), cansada de los maltratos de su “madre”, Elektra Abundance (Dominique Jackson), decide liberarse y abrir su propia “casa”, adoptando como identificativo el apellido de la supermodelo Linda Evangelista. Recluta, entonces, a un grupo de jóvenes talentosos que tienen en común el abandono de sus familias, la miseria, y el hambre –de alimento, de éxito y de afecto-: Angel (Indya Moore), una chica transgénero que vivirá una aventura con un aspirante a ejecutivo de las empresas Trump interpretado por Evan Peters; Damon (Ryan Jamaal Swain), un adolescente gay que aspira a convertirse en bailarín profesional, y su novio Ricky (Dyllon Burnside); y Lil’ Papi (Angel Bismark Curiel), un chico latino que trafica drogas a escondidas de Blanca.
La feroz competencia entre la casa de Abundance y la de Evangelista sirve como marco a historias de amor, traición, sexo, amistades cuya lealtad se sobrepone a cualquier circunstancia adversa, y una enfermedad, el SIDA, que pende cual espada de Damocles sobre las cabezas de todos.
La puesta en escena es fiel a la estilística que se ha hecho familiar en las producciones de Murphy. La fotografía es cuidada con celo cinematográfico, y en esta oportunidad la filmación adopta una estética cercana al vérité, con colores saturados y ocasionales tomas de efecto granulado que bien parecen filmadas en 16mm. Destaca también el rol de la banda sonora, apoyando la creación del universo de los 80s y las articulaciones temáticas que son igualmente recurrentes de sus series anteriores: la importancia de la familia (real o adoptiva), la crítica a los estándares de belleza, y la simpatía por personajes aparentemente desvalidos que exudan confianza y, ultimadamente, triunfan.  
Uno de los puntos que más se ha comentado sobre la producción de Pose es que su cast está compuesto por varios artistas nuevos y emergentes transgénero, una oportunidad que la comunidad trans ha estado demandando por años para contar sus propias historias. Con Jackson, Rodriguez y Moore a la cabeza, las eficientes actuaciones logran el cometido de darle a la serie un barniz de autenticidad y compromiso con la historia LGBTQ+, al tiempo que deslastran a los roles protagónicos del carácter supuestamente valiente u osado que suele endilgarse a los actores cisgénero cuando interpretan a personajes transgénero.
Sin embargo, la manera en que Pose aborda su objeto de referencia no deja de sentirse artificiosamente complaciente. Cuando Jennie Livingstone exploró el universo del ball en el documental de 1990 París en llamas, referencia innegable de la teleserie que nos ocupa, presentó al resto del mundo a un colectivo que disfrazaba de fiesta su profunda miseria, su definitiva marginalidad, y su fatídico destino. Maquillar una realidad tan dura no era una opción. Adelantemos casi 30 años, y de pronto la magia de la televisión hace posible un final feliz para todos estos personajes. Sus historias son simplificadas y sus dramas solucionables a tiempo para los comerciales. Como señala el filósofo coreano Byung-Chul Han en La Expulsión de lo distinto, el capitalismo en su fase más actual se ha encargado de absorber la rareza de lo distinto y convertirla en un producto tibio de fácil consumo: “Lo que constituye la experiencia en un sentido enfático es la negatividad de lo distinto y de la transformación. Tener una experiencia con algo significa que eso «nos concierne, nos arrastra, nos oprime o nos anima». Su esencia es el dolor. Pero lo igual no duele. Hoy, el dolor cede paso a ese «me gusta» que prosigue con lo igual”.
Así, en Pose es posible, por ejemplo, que Blanca rente un departamento inmenso para acoger a sus protegidos, les alimente, y hasta les procure una educación, sin otra fuente de ingreso que su trabajo de manicurista. O que los efectos devastadores del SIDA puedan esperar hasta la próxima temporada, o tal vez más, para que las tramas de todos los personajes puedan cerrar satisfactoriamente. Es televisión, sí. Se supone que sea entretenida, sí. Pero cuando tanta complacencia con el público masivo pone en riesgo la verosimilitud, cabe preguntarse si realmente se le hace un favor a la comunidad LGBTQ+ al contar su dura historia con disfraz de cuento de hadas.

domingo, 11 de octubre de 2015

De las selfies en los museos: a la caza de la nueva generación

En mis últimas visitas a museos, se me ha ido haciendo cada vez más perturbadora esa costumbre pseudo-documentalista de algunos asistentes, sobre todo los más jóvenes, de tomarse selfies al lado de cada obra. Algunos ni siquiera parecen apreciar la obra en cuestión: sólo extienden el brazo, toman la selfie, y siguen su camino. Es evidente que la forma de disfrutar el arte ha cambiado en los últimos años, porque el público mismo ha cambiado, y su comportamiento así lo confirma. Después de todo, pensarán algunos, ¿para qué ir al museo si no puedo publicarlo en las redes sociales? Lo mismo ocurre con otros espacios públicos, desde restaurantes hasta boliches, pasando por plazas, lugares de interés turístico y recitales. En esta era de Internet, cuando es tan difícil sacar a un joven de su casa para interactuar en espacios reales, los museos también se han visto en la difícil tarea de reinventarse para atraer a una nueva generación de espectadores.

En este afán por hacerse de una nueva y más amplia audiencia, los museos han recurrido a la incorporación de manifestaciones artísticas que puedan resultar más atractivas para el público joven. Es así como en los últimos años hemos podido ver personajes de la cultura popular, como cantantes, diseñadores de moda, directores de cine, etc., ser objeto de exposiciones retrospectivas en los grandes museos. Vienen a la mente, por ejemplo, las recientes exposiciones en honor a Alexander McQueen en el Metropolitan Museum de Nueva York, a Tim Burton en el MoMA, o a Björk también en el MoMA, sólo por mencionar algunos que además de ilustrar el punto han establecido récords de visitantes.

Este coqueteo con la cultura popular, sin embargo, podría interpretarse como un alejamiento del museo de sus funciones clásicas. Pero es una realidad ineludible que, con el cambio social, debe sobrevenir un cambio institucional que lo refleje. Así lo entiende Luis Grau Lobo, Director del Museo de León: "Los museos ya no son lo que eran. Porque no otra es su condición sino la de reflejar y responder a una sociedad que tampoco es la misma, que tampoco piensa sobre sí y sobre su pasado lo mismo, que ni siquiera se comporta respecto a los museos de la manera en que lo hacía cuando concibió estos como manera de perpetuarse" (1).

Es, entonces, una cuestión de supervivencia. Los museos son parte de un mundo que se ha complejizado, y aunque suene a perogrullada, hoy más que nunca es el dinero el que mueve el funcionamiento de las instituciones. Por ello, en lugar de apegarse a una ortodoxia nostálgica, el museo se ha visto en la obligación de comportarse como empresa, con gestiones mensurables en términos de número de visitantes, recaudación de taquilla, venta de artículos en tienda, y otros compilados de números y estadísticas que amenazarían con aplastarlos si se ponen de espaldas a las dinámicas sociales.

Son estos los mismos motivos que han impulsado a los grandes museos a buscar casi con desesperación la atención de la nueva generación de inversionistas. Como explica Ford W. Bell, presidente de la Alianza Estadounidense de Museos, "El donante tradicional está muriendo, acortando donaciones, o delegando sus funciones en sus hijos o nietos. Ese cambio generacional es algo de lo que muchos museos han estado hablando" (2). Es por esto, por ejemplo, que el Museo Guggenheim ha establecido un Consejo de Jóvenes Coleccionistas, ofreciendo una gala anual para desplegar su capacidad de mantenerse "en onda" ante la nueva generación de la clase acomodada. No es poca la competencia que tienen: los estudios del Fondo Nacional para las Artes (NEA, por sus siglas en inglés), han concluido que la generación del Baby Boom (los nacidos durante la década del '70), que controla más del 70% del presupuesto destinado a donaciones en los Estados Unidos, tiene otras prioridades filantrópicas, relacionadas con la asistencia social más que con las causas artísticas.

Ante este panorama, resulta absolutamente comprensible que los museos apelen no sólo a la cultura popular, sino también a la participación de los espectadores en las redes sociales, promoviendo hashtags para Twitter, por ejemplo, o estimulando al público a tomarse selfies para compartir en Instagram y otras redes. Indudablemente son necesarios nuevos estudios más profundos sobre la generación de sentido desde la instancia de recepción en el ámbito de las artes, considerando que estos cambios son tan recientes como significativos. E invariablemente seguiremos existiendo algunos a quienes nos seguirá pareciendo una costumbre degradante y perturbadora, pero tal parece que tendremos que aprender a mordernos la lengua.

___________________

(1) GRAU LOBO, Luis. "Museo, globalización y otros cambios climáticos: ensayos sobre sus derivas", en Revista museos.es No. 5-6 (2009-2010). Madrid, Ministerio de Educación, Cultura y Deportes.
(2) Citado por GELLES, Davis. "Asombrando a una nueva generación de patrocinadores de museos", en The New York Times (19 de marzo de 2014), Nueva York.



sábado, 29 de agosto de 2015

Mis 100 esenciales... una lista no definitiva

Casi forzado por las circunstancias de decidir mis diez películas favoritas (un poco melodramática esa declaración), terminé elaborando una lista de mis 100 películas esenciales. No son necesariamente las mejores películas del mundo, pero son mis favoritas, sea porque continuamente las recuerdo, las uso como referencia, las re-veo, y/o en términos generales porque de alguna u otra manera dejaron marcas en la persona que soy hoy. Esa es la palabra clave: HOY --que HOY ya vi (no, no he visto todo lo que debería y quisiera), que HOY recordé (mi memoria es cada día peor), y a fin de cuentas, que HOY se me dio la reverendísima gana de poner aquí (es mi blog, pongo lo que se me antoja, que nadie me reclame si olvidé alguna)--.

Ahí van, sin mucho orden (aunque la primera es mi primera):

1) "The Exorcist" de William Friedkin 
2) "Paris is Burning" de Jennie Livingston
3) "Farinelli" de Gérard Corbiau
4) "La Reine Margot" de Patrice Chéreau
5) "The Matrix" de Andy y Lana Wachowski
6) "Hable con Ella" de Pedro Almodóvar
7) "Where the Wild Things Are" de Spike Jonze
8) "Baraka" de Ron Fricke
9) "Far from Heaven" de Todd Haynes
10) "The Hours" de Stephen Daldry
11) "Brokeback Mountain" de Ang Lee
12) "Kill Bill: vol. 1" de Quentin Tarantino
13) "The Wall" de Alan Parker
14) "Inception" de Christopher Nolan
15) "Shame" de Steve McQueen
16) "Exit Through the Giftshop" de Banksy
17) "The Kite Runner" de Marc Forster
18) "Cruising" de William Friedkin
19) "Todo sobre mi Madre" de Pedro Almodóvar
20) "Volver" de Pedro Almodóvar
21) "Atame" de Pedro Almodóvar
22) "Carne Trémula" de Pedro Almodóvar
23) "Amores Perros" de Alejandro González Iñárritu
24) "A Clockwork Orange" de Stanley Kubrick
25) "An English Man in New York" de Richard Laxton
26) "Requiem for a Dream" de Darren Aronofsky
27) "Shallow Grave" de Danny Boyle
28) "Ying xiong" (Héroe) de Yimou Zhang
29) "All That Jazz" de Bob Fosse
30) "(500) Days of Summer" de Marc Webb
31) "Taxi Driver" de Martin Scorsese
32) "Pulp Fiction" de Quentin Tarantino
33) "Chicago" de Rob Marshall
34) "Dancer in the Dark" de Lars Von Trier
35) "Gone with the Wind" de Victor Fleming
36) "Moulin Rouge" de Baz Luhrmann
37) "Evita" de Alan Parker
38) "The Devil Wears Prada" de David Frankel
39) "The Adventures of Priscilla, Queen of the Desert" de Stephan Elliott
40) "Interview with the vampire" de Neil Jordan
41) "Psycho" de Alfred Hitchcock
42) "No Country for Old Men" de Joel e Ethan Cohen
43) "Le fabuleux destin d'Amélie Poulain" de Jean-Pierre Jeunet
44) "The Dark Knight" de Christopher Nolan
45) "From Here to Eternity" de Fred Zinnemann

46) "The Hitchhiker's Guide to the Galaxy" de Garth Jennings
47) "Eternal Sunshine of a Spotless Mind" de Michel Gondry
48) "Horton Hears a Who!" de  Jimmy Hayward, Steve Martino
49) "Dogville" de Lars Von Trier
50) "The Silence of the Lambs" de Jonathan Demme
51) "Crouching Tiger, Hidden Dragon" de Ang Lee
52) "The Life of Pi" de Ang Lee
53) "Natural Born Killers" de Oliver Stone
54) "V for Vendetta" de James McTeigue
55) "The Fountain" de Darren Aronofsky
56) "Little Miss Sunshine" de Jonathan Dayton y Valerie Faris
57) "Django Unchained" de Quentin Tarantino
58) "Elephant" de Gus Van Sant
59) "Le Scaphandre et le Papillon" de Julian Schnabel
60) "Camille Claudel" de Bruno Nuytten
61) "Dracula" de Francis Ford Coppola
62) "Dallas Buyers Club" de Jean-Marc Vallée
63) "Philadelphia" de Jonathan Demme
64) "Stranger than Fiction" de Marc Forster
65) "The Artist" de Michel Hazanavicius
66) "Modern Times" de Charlie Chaplin
67) "The Grand Budapest Hotel" de Wes Anderson
68) "The Darjeeling Limited" de Wes Anderson
69) "The Truman Show" de Peter Weir
70) "Una Giornata Particolare" de Ettore Scola
71) "Manhattan" de Woody Allen
72) "Death Becomes Her" de Robert Zemeckis
73) "The Others" de Alejandro Amenábar
74) "Billy Elliot" de Stephen Daldry
75) "Drive" de Nicolas Winding Refn
76) "Tous les Matins du Monde" de Alain Corneau
77) "Elizabeth" de Shekhar Kapur
78) "20 Centímetros" de Ramón Salazar
79) "Magnolia" de Paul Thomas Anderson
80) "American Beauty" de Sam Mendes
81) "House of Sand and Fog" de Vadim Perelman
82) "Reality Bites" de Ben Stiller
83) "In the Name of the Father" de Jim Sheridan
84) "Esperando la Carroza" de Alejandro Doria
85) "Malena" de Giuseppe Tornatore
86) "Trainspotting" de Danny Boyle
87) "Seven" de David Fincher
88) "The Talented Mr. Ripley" de Anthony Minghella
89) "Sliding Doors" de Peter Howitt
90) "Lola Rennt" de Tom Tykwer
91) "Beetlejuice" de Tim Burton
92) "One True Thing" de Carl Franklin
93) "Oriana" de Fina Torres
94) "Party Monster" de Randy Barbato y Fenton Bailey
95) "L'Auberge Espagnole" de Cédric Klapisch
96) "Shortbus" de John Cameron Mitchell
97) "Kramer vs. Kramer" de Robert Benton
98) "Mystic River" de Clint Eastwood
99) "Muriel's Wedding" de P.J. Hogan
100)"The Sixth Sense" de M. Night Shyamalan



jueves, 16 de julio de 2015

“Cuídese mucho”: cuando el berrinche se vuelve arte


La artista performática francesa Sophie Calle intenta arrastrar al espectador a su duelo por una ruptura en esta muestra que inaugura la programación del Centro Cultural Kirchner.


A todos nos debe haber ocurrido: una ruptura amorosa, precedida de cartas, mensajes de texto, correos electrónicos o meras conversaciones de cuyas palabras quedamos prendados, intentando escudriñar los significados detrás de los signos, buscando elementos que den sentido a la separación o, al menos, nos ayuden a atravesar las muchas etapas del duelo. En Cuídese mucho, una exhibición que ha recorrido varios países desde la Bienal de Venecia de 2007, la artista francesa Sophie Calle acomete este ejercicio con la ayuda de 107 mujeres de distintas procedencias y disciplinas, y por primera vez para esta instalación específica, también seis hombres. La muestra abrió parte de la programación artística en el flamante Centro Cultural Kirchner, donde puede ser vista hasta el 23 de agosto.

“Recibí un mail diciéndome que todo había terminado. No supe qué responder. Era como si no hubiera estado dirigido a mí. Terminaba con la frase ‘Cuídese mucho’. Y así lo hice. Le pedí a 107 mujeres, elegidas por su profesión o habilidades que interpretaran esta carta”, explica un texto de la artista ubicado en la entrada de la exhibición. Los guías de sala del Centro Cultural extienden fotocopias del contenido completo de este correo electrónico. A través de videos, fotografías y textos, el espectador es guiado a través de las palabras de este mensaje, reinterpretadas hasta el cansancio, analizadas, descompuestas, agotadas, repetidas una y otra vez por actrices, cantantes, bailarinas, e incluso la madre de Calle.

Una suerte de solidaridad de género mueve este despliegue de frustración, dolor, rabia, tristeza y emociones confusas que, a ratos, se sienten forzadas, falsas, o exageradas. El señor X, seudónimo que refiere al autor del mensaje en el ojo del huracán, es juzgado de manera inmisericorde, tal vez aprovechando que su versión no puede ser contada más que por las infames palabras de un texto que originalmente estaba destinado a ser privado. La muestra resulta interesante por su aproximación multicultural y multidisciplinaria, más a cuenta de una curiosidad superficial que de una conexión profunda con el espectador, porque tal explosión emotiva acaba por generar más ruido que emoción.

También es interesante la multitud de soportes utilizados para recorrer todas estas interpretaciones: fotos, videos, placas, proyecciones, y textos de todos los tamaños posibles. Estos últimos llevan el mayor peso de la exposición, tal vez para resaltar la importancia del mensaje escrito que lo originó todo. Es una muestra de arte hecha para ser leída. Y es precisamente éste el detalle que resulta menos simpático y más paradójico: los textos están todos en inglés. Los guías de sala muy amablemente ofrecen a quien lo requiera un atado de papeles bastante incómodo de manejar (y, francamente, de apariencia bastante descuidada) con las traducciones de los textos, pero esta cortesía no hace más que subrayar lo absurdo de la situación: la muestra inaugural de un centro cultural abiertamente identificado con un proyecto político que, entre otras cosas, pregona resaltar valores nacionales y populares, claramente apunta a un público internacional y/o de élite. Incluso intentando dejar de lado cualquier connotación política, la barrera del idioma hace aún más difícil que cristalice esa conexión emocional que la artista tan desesperadamente parece querer suscitar.

Al finalizar el recorrido, es inevitable sentir una profunda desazón, y no por las razones que tal vez Sophie Calle hubiese querido. No se trata de empatía con la artista, sino de la certeza de haber sido testigo de un gran fracaso en todos los sentidos posibles: fracasó la lógica en la programación inaugural de un centro cultural ya bastante polémico; fracasó la artista en su intención de arrastrar al espectador en su espiral emocional; y fracasó esa suerte de feminismo mal abordado, pues a fin de cuentas todo parece un berrinche histérico que acaba por darle la razón al señor X.

domingo, 24 de febrero de 2013

Movie Time! - "Zero Dark Thirty"

Título en español: La Noche Más Oscura

Director: Kathryn Bigelow
Año: 2012
Escritor: Mark Boal (guión) 
Protagonistas: Jessica Chastain, Jason Clarke, Joel Edgerton
**** (Hay que verla!)

Debo comenzar por advertir que, si bien esta es una película muy bien hecha, no deja de ser una pieza de interés muy limitado, y tal vez es lo que más resiento de buena parte de las películas que este año nos fueron ofrecidas como las mejores: una visión excesivamente americocéntrica de la realidad. Sé que acabo de decir una perogrullada, pero es necesario el comentario toda vez que esta película puede carecer del menor interés para la audiencia externa, muy a pesar de que la historia en sí misma es muy interesante. Dicho esto, hay que admitir que es un film de grandísimos e innegables méritos, y tal vez el mayor de ellos es la falta de triunfalismo, lo cual contrarresta directamente lo anterior¡Vaya paradoja! Tomando como eje de la historia un capítulo bastante confuso y oscuro de la historia estadounidense contemporánea, que tuvo como desenlace la muerte de Osama Bin Laden, podía ser mucha la tentación de caer en la auto-indulgencia, y este film está muy lejos de hacerlo. Más bien, parece un retrato bastante fiel de las complejidades y las implicaciones éticas y humanas de todo el proceso. Esto gracias a un guión sobrio, muy bien hilvanado y estupendamente dirigido. Este no es el típico ejemplo de películas nacionalistas, banderitas americanas ondeando y discursos grandilocuentes. Más bien parece una invitación honesta a la autocrítica sin caer en retóricas liberales, un equilibrio muy difícil de lograr, y sin embargo lo alcanza. 

Como documento histórico, es un esfuerzo interesantísimo. Como pieza cinematográfica, es sobresaliente en su género. Un film muy inteligente, por decir lo menos. 

sábado, 23 de febrero de 2013

Movie Time! - "Amour"

Título en español: Amor
Director: Michael Haneke
Año: 2012
Escritor: Michael Haneke (guión e historia) 
Protagonistas: Emmanuelle Riva, Jean-Louis Trintignant
**** (Hay que verla!)

Aquí me encuentro en la posición de recomendar una película que me ha deprimido profundamente. Pero de igual modo pienso que hay que verla. He de advertir que es necesaria bastante fortaleza de carácter para hacerlo. Sin embargo, y aunque el tema de la película sugiera lo contrario, es precisamente la falta de sentimentalismo lo que hace de este film una obra maestra. Es también por ello que la estructura argumental es una clase magistral de guión: sencilla pero contundente. 

El film se sostiene, además, sobre actuaciones extraordinarias. Hay que enfatizarlo: extraordinarias. Extraordinarias. Es una película de actores, sin efectismo, sin excesos, sin edulcorante, y tal vez lo más importante, sin manipulación emocional. El espectador logra desarrollar un sentido de identificación con los personajes bastante peculiar, gracias a una combinación balanceada del guión y las actuaciones: imposible no ver en ellos a nuestros padres, tíos, abuelos, y aun a nosotros mismos, con dolor, con agradecimiento, con tristeza, con compasión, con el más profundo miedo. En lo personal, me ha resultado un film esclarecedor, luminoso y lleno de lecciones sencillas pero cruciales. No me quiero extender en comentarios, porque realmente siento que me removió muchas emociones. Baste decir que, a final de cuentas, el título de este film resume su esencia, y no le queda grande. 

miércoles, 20 de febrero de 2013

Movie Time! - "Lincoln"

Título en español: Lincoln

Director: Steven Spielberg
Año: 2012
Escritor: Tony Kushner (guión) y Doris Kearns Goodwin (historia)
Protagonistas: Daniel Day-Lewis
** (Nada memorable)

Es harto sabido que el cambio social no ocurre fácilmente, y que la adaptación del marco legal al cambio social es incluso más difícil. En tal sentido la historia norteamericana, al igual que la historia de todos los países, se ha visto enriquecida por la aparición de caracteres extraordinarios que han impulsado y liderado esos cambios. No me cabe duda de que en el contexto estadounidense, esta película tiene mayor valor y significado, mucho más considerando que los paralelismos históricos con el momento político que se vive actualmente son insólitos. Lincoln, como Obama, es un personaje interesantísimo en sí mismo, uno de esos caracteres que marcan su época y cuya grandeza pocos pueden discutir (o pocos podrán en un futuro no muy lejano).

Este film retrata muy bien al personaje en cuestión, y el momento histórico que definió. Sin embargo, volviendo al interés cinematográfico del film, creo que hubiese sido más interesante un planteamiento un poco más atrevido. Tal vez he estado pensando demasiado en lo que logró Clint Eastwood con Nelson Mandela en Invictus: una combinación de historia, desmitificación y humanización del personaje, y entretenimiento. Pero este no es el caso. Lo de Spielberg es la superproducción y el engrandecimiento. ¿Pero cómo se engrandece algo que ya es grande? Se vuelve aburrido. Repetido. Carece de interés. Como ejercicio de recuento histórico, el film es una joya, pero termina resultando similar a ver un documental de History Channel excesivamente largo. 

Las actuaciones son muy destacables, grandes actores haciendo un muy buen trabajo. Daniel Day-Lewis es maravilloso, pero debo confesar que su trabajo en este film no me parece que supere al de Hugh Jackman en Les Misérables. Tal vez su mayor mérito haya sido permanecer en caracter y llenar las expectativas -que por tratarse de un personaje del calibre de Lincoln, son evidentemente altas-. En lo personal, destacaría más la actuación de Sally Field, estupenda desde cualquier ángulo. La producción, también hay que reconocer, es excelente, y no podría esperarse menos de Spielberg: vestuario fenomenal, fotografía meticulosa, diseño de producción impecable. Sin embargo, creo que todo sucumbe bajo el peso de un guión demasiado tradicional y grandilocuente. El resultado es el film más aburrido del mundo. A-BU-RRI-DO, con todas las letras en mayúscula.