Director: James Bobin
Año: 2011
Escritor: Jim Henson (personajes), Jason Segel y Nicholas Stoller (guión)
Protagonistas: Amy Adams, Jason Segel, Chris Cooper
*** (Se puede ver, pudo ser mejor)
Menudo inconveniente el de este film: la fanaticada de los Muppets está compuesta básicamente por gente que dejó la niñez hace rato, pero para lograr una taquilla aceptable, y para ser coherente con la naturaleza misma de los personajes, la película debe apelar a la captación de nuevos fanáticos en edad infantil. Nada fácil escribir un guión que resulte atractivo para dos círculos demográficos tan disímiles si se cuenta con una serie de personajes ya establecidos en la memoria de los adultos pero que no resultan nada familiares para los niños. Quizás el punto más brillante del guión está en reconocer esa mencionada irrelevancia de los personajes para las nuevas generaciones, y en admitir que los Muppets son objeto de nostalgia, y sólo eso.
Para el público adulto, hay risas garantizadas, principalmente gracias al desfile de estrellas destacadas de la comedia norteamericana del momento. Sin embargo, el drama planteado entre los personajes principales del film -ninguno de los cuales es uno de los clásicos Muppets- se lleva demasiado tiempo y resta fuerza a los recordados Muppets originales. Todo el tema de la búsqueda de identidad de Walter, y su influencia en la relación de Gary y Mary, debió ser sólo una sub-trama, y terminó opacando lo que debió ser el eje de la historia: el regreso de los Muppets. Obviamente había que conquistar a la audiencia infantil con personajes nuevos, que plantearan una situación con la que los niños se pudieran identificar, pero creo que el balance no fue muy exitoso -y evidentemente hablo desde un punto de vista exclusivamente adulto. Debo admitir, sin embargo, que salvaron el día con los créditos finales: una oda a la nostalgia que me llevó al cine, que me dejó con una sonrisa enorme tarareando: "Manah-manah!".
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