
Director: Tom Ford
Año: 2009
Escritor: Tom Ford, David Scearce (guión) y Christopher Isherwood (historia)
Protagonistas: Colin Firth, Julianne Moore, Matthew Goode
** (Nada memorable)
Comienzo por admitir que hay un problema de expectativas aquí: esperé tanto, tanto tiempo por ver esta película - y por hacerlo en gran formato, porque ya circulaba en DVD -, que luego de verla lo que siento es una enorme decepción. No digan que no lo advertí. Cuando deba hacer referencia al sempiterno duelo entre forma y fondo, ya tengo un ejemplo perfecto para ilustrar el dominio de la estética sobre el contenido. Visualmente, el film es maravilloso. Una estética cultivada con esmero, muy bien hecha, estupendamente fotografiada y editada, estudiada hasta el más mínimo detalle. Exquisita. Sublime. Vacía.
El guión es demasiado pobre, mostrando a un personaje en medio de una crisis existencial que, en realidad, parece bastante superficial - y con tal superficialidad se resuelve. Una depresión plenamente justificada, pero vagamente explorada o aprovechada, y un desenlace tan casual que resulta casi pueril. Faltó construir ese desenlace, llevar el film al punto en que el desenlace tuviese mayor sentido. El regodeo estético restó tiempo crucial para hacerlo.
La riqueza de recursos que podían haberse explotado al situar el film en el período histórico en que se encuentra es descaradamente desperdiciada, sólo utilizándose como pretexto para una producción muy pulida y elegante. Sin embargo, la época no tiene peso alguno en el guión, y creo que esa es una de las fallas más graves.

En general, muchos de mis filmes favoritos son los que plantean premisas sencillas y las exploran hasta sus últimas consecuencias. Este caso es exactamente lo contrario: un tema potencialmente complejo y rico íntegramente desaprovechado. Una pena.
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