So... el satori que estaba esperando nunca llegó -pero era una cuestión de expectativas, no puedo acelerar la transición, ni siquiera "huyendo" a casa-. Sin embargo, como siempre, New York siempre está llena de pequeños descubrimientos y momentos mágicos que le dan a cada visita un sabor distinto y especial, y hoy quiero compartir algunos de esos descubrimientos -que funcionan además como tips para quienes buscan una experiencia un poco distinta a la del turista promedio sin salirse mucho del presupuesto-.
Para ver - The High Line: Un paseo vanguardista ubicado en el Meat Packing District, rodeado por el contraste visual de estructuras antiguas casi en ruinas y nuevas edificaciones de inspiación modernista. La belleza simple e impecable de este lugar es perfecta para tener algunos minutos de paz e inspiración contemplativa en medio del ritmo consabidamente frenético de la gran ciudad. Apenas se ha culminado una porción de esta suerte de parque, que promete convertirse en el lugar mas chic para ver y ser visto, pero no por ello se debe dejar de visitarlo (más bien, por el contrario, hay que aprovecharlo mientras es una joya relativamente desconocida).
Para cocinar - Las especias de Sanctuary T: Sanctuary T es otro restaurante, nada memorable, excepto por un detalle: tienen a la venta las especias que utilizan, unas maravillas en polvo hechas con té, sea verde, rojo, negro o blanco, que pueden llevarse a casa para experimentar un poco en la cocina y convertir cualquier comida en algo digno del mejor chef.
Para comprar - Hell's Kitchen Flea Market: Para los amantes de los tesorillos de segunda mano, el mercado de las pulgas de Hell's Kitchen debe ser el paraíso. Uno puede pasar horas y horas entre tarantines que ofrecen cualquier cosa: ropa, joyas, cristalería, juguetes, mobiliario, parafernalia militar... cualquier cosa. Incluso sin comprar nada, vale la pena meter la mano entre tanta cosa vieja y dejarse llevar imaginando la historia detrás de cada objeto.
La iluminación y otras masturbaciones mentales cruciales pueden esperar... o nutrirse de las experiencias nuevas. A fin de cuentas, de eso se trata todo: de ver, imaginar y absorber. De abandonarse sin temor y sin pudor para encontrar en la experimentación sensual el camino hacia el conocimiento propio.
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