domingo, 18 de octubre de 2009

Live, from New York, it's The Wildman Show!


So... el satori que estaba esperando nunca llegó -pero era una cuestión de expectativas, no puedo acelerar la transición, ni siquiera "huyendo" a casa-. Sin embargo, como siempre, New York siempre está llena de pequeños descubrimientos y momentos mágicos que le dan a cada visita un sabor distinto y especial, y hoy quiero compartir algunos de esos descubrimientos -que funcionan además como tips para quienes buscan una experiencia un poco distinta a la del turista promedio sin salirse mucho del presupuesto-.

Para ver - The High Line: Un paseo vanguardista ubicado en el Meat Packing District, rodeado por el contraste visual de estructuras antiguas casi en ruinas y nuevas edificaciones de inspiación modernista. La belleza simple e impecable de este lugar es perfecta para tener algunos minutos de paz e inspiración contemplativa en medio del ritmo consabidamente frenético de la gran ciudad. Apenas se ha culminado una porción de esta suerte de parque, que promete convertirse en el lugar mas chic para ver y ser visto, pero no por ello se debe dejar de visitarlo (más bien, por el contrario, hay que aprovecharlo mientras es una joya relativamente desconocida).

Para degustar - Bodhi Tree Restaurant: En medio de la enorme y variopinta oferta gastronómica de NYC, encontrar un lugar como este quizás no resulte sorprendente, pero no puedo evitar hacer un comentario al respecto. El local es bastante sencillo, sin grandes pretensiones, pero indudablemente acogedor y agradable. La comida... YUMMMM! Deliro por la comida Thai, pero esta es particularmente buena. Sabores fuertes en la proporción precisa: langostinos en Panang Curry, dumplings en salsa de maní, spicy fish cakes, spring rolls deliciosos y un Sake-cosmo para recordar. Y la mejor parte: la cuenta no será un monstruo de temer, especialmente si se aprovechan las promociones de almuerzo -desde las 11:30 am hasta las 4:00 pm- (dos entradas y un principal por $7, tragos por $3... y no, no estoy bromeando).

Para cocinar - Las especias de Sanctuary T: Sanctuary T es otro restaurante, nada memorable, excepto por un detalle: tienen a la venta las especias que utilizan, unas maravillas en polvo hechas con té, sea verde, rojo, negro o blanco, que pueden llevarse a casa para experimentar un poco en la cocina y convertir cualquier comida en algo digno del mejor chef.

Para admirar - Museo Noguchi: Un poco alejado de los grandes museos que abundan en Manhattan, luego de un breve paseo en metro hasta Queens, se encuentra este oasis de diseño dedicado a la obra de Isamu Noguchi. Un espacio limpio, tanquilo, sin las hordas de turistas que pululan en el Met, el Guggenheim o el MoMA. Un momento de admiración por un modesto diseñador que supo hacer suspirar a las piedras, a la madera, al concreto y al metal.

Para comprar - Hell's Kitchen Flea Market: Para los amantes de los tesorillos de segunda mano, el mercado de las pulgas de Hell's Kitchen debe ser el paraíso. Uno puede pasar horas y horas entre tarantines que ofrecen cualquier cosa: ropa, joyas, cristalería, juguetes, mobiliario, parafernalia militar... cualquier cosa. Incluso sin comprar nada, vale la pena meter la mano entre tanta cosa vieja y dejarse llevar imaginando la historia detrás de cada objeto.

La iluminación y otras masturbaciones mentales cruciales pueden esperar... o nutrirse de las experiencias nuevas. A fin de cuentas, de eso se trata todo: de ver, imaginar y absorber. De abandonarse sin temor y sin pudor para encontrar en la experimentación sensual el camino hacia el conocimiento propio.

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